Porque no es lo mismo creer en Él que creerle a Él
FE una de las palabras más difíciles de definir, para algunas personas representa un gran valor, para otros es el impulso que nos mueve a hacer las cosas y hay algunos para los que no significa nada. Lo cierto es que la fe es el pilar más importante para aquel que ha decidido seguir a Dios, comprometiéndose a manifestar esa fe.
La fe es un acto personal respondiendo de manera libre a la iniciativa de Dios. La fe es la certeza de lo que no se ve, es la seguridad de lo que no podemos comprobar, pero que sabemos que existe y que esta presente en todo momento, es creer, es entregarse, es confiar en aquel que nos creo. El primer contacto del hombre con Dios es por la fe.
En ocasiones no entendemos el verdadero significado de la fe, ¿cómo es posible que creamos en algo que no podemos tocar o ver? ¿Cómo creer en alguien que jamás hemos visto físicamente ni lo veremos? Creo que todos nos hemos hecho esta pregunta, y la verdad no tiene explicación lógica, pero lo único cierto es que todos y cada uno de nosotros tenemos fe, solo que hay que descubrirla, la tenemos desde el momento en que fuimos bautizados y pertenecemos a la Iglesia, así que la fe ya existe dentro de nosotros pero hay que conocerla y saber para que Dios nos la ha dado… entonces ¿qué es la fe?
Es creer en Dios y aceptar su palabra, aceptarlo sin temor, es saber que nunca te va a engañar. Es arriesgarse para llegar a abandonarse en Él, entregarse por completo a su amor y dejarlo actuar en nuestro corazón. La fe no es un sentimiento, no es solo emocionarse o sentir bonito, es más que solo exagerar haciendo cosas para que los demás nos vean; no solo es sentir bonito, también es sentir que Dios esta contigo cuando estas en el fondo. La fe no es solo cuando te nace, es la raíz de la vida espiritual, de nuestra vida en Cristo, es dar un paso a lo que no conocemos sabiendo que vamos de su mano; la fe no es un a emoción, es una forma de vivir en Cristo. La fe no es sentir, sino saber; no es emoción sino convicción, no es evidencia sino certeza.
Que tengamos fe no significa que en ningún momento lleguemos a dudar; a veces nuestra fe puede tambalearse sobre todo cuando tenemos algún problema, cuando nos enfermamos, o nos pasa algo que hace sufrir, pensamos: ¿Donde esta Dios? ¿Por qué permite que pase esto? Todos hemos vivido en situaciones muy difíciles, e incluso le hemos reclamado a Dios, y hemos hecho una pregunta que pensamos va a resolver nuestro problema ¿Por qué? En realidad, esta serie de dudas, es la que va a fortalecer nuestra fe y la va a reafirmar día con día, porque en el momento mas difícil la fe es la única que nos mantiene de pie.
No es fanatismo, ya que hace muchas cosas para demostrar al mundo su fe, pero ¿Que hay con la gente que nos necesita allá afuera, con la que debemos demostrar nuestra verdadera fe? No somos fanáticos, somos seguidores de Cristo; caminamos junto a Él, por eso debemos dejarlo que se manifieste en nosotros sin hacer cosas extraordinarias, solo compartiendo su amor a los demás. Una de las cosas más importantes que debe tener nuestra fe es que está unida a la humildad, que es reconocer la grandeza de Dios ante nuestra condición humana.
Lo importante no es la fe, sino en quien se pone la fe, y nosotros la tenemos puesta en Cristo. No le atemos las manos a Dios, con dudas, o preguntas, antes pues dirijámonos a Él con fe, pidiéndole que día a día nos la aumente cada día más. No basta con decir yo tengo fe, hay que vivir creyendo, la fe no se limita a aceptar creencias sino a reconocer la voluntad de Dios.
Vivamos en el amor, porque donde hay amor hay fe, donde hay fe es Dios y donde está Dios no hace falta nada. Y recuerden la fe no es un engaño, una mentira, sino el acto total de dejarse amar por Cristo. La vida con Dios, es una vida de fe.
Un cristiano cree en Dios y le cree a Dios.
“…un solo Señor, una sola fe...” (Efesios, 4,5)
Acompañanos al Ciclo de Conferencias del Padre Jorge Loring, este 23,24 y 25 de Octubre.
